Diarios del confinamiento. Tengo el pelo naranja

En estos días de confinamiento por la crisis del coronavirus (covid19), una de mis ocurrencias ha sido teñirme el pelo.

Hasta aquí todo correcto. Animada por mis amigas, con problemas capilares similares en esta época, decidí solucionar el tema de mi raíz kilométrica y mis incipientes canas aplicándome un inofensivo tinte, pobre ilusa. El dichoso tinte ha resultado finalmente ser un arma de destrucción, quizás no masiva, pero sí de mi bonito pelo, porque todo sea dicho, no tenía una melena fea, al menos hasta ahora.

Como no podía ser de otra manera y dada mi impaciencia y desesperación innata (sí, no tengo paciencia para absolutamente nada en esta vida), decidí llevar a cabo el experimento. Apunto que el confinamiento no me ha vuelto loca, creo que eso lo traía ya de serie.

He de decir que mi pelo es castaño claro y me tiño con unas bonitas mechas rubias muy claritas, tengo tantas que casi parece un tinte completo de rubio pero con diferentes tonalidades. En fin, ya puestos en situación continúo.

El día en cuestión, me bajé al Mercadona a comprar mi tinte baratero. Allí la señora encargada de la perfumería me ayudó a decidir el tono de tinte que necesitaba. Mi gran error fue el no fijarme en que ella tenía el pelo teñido de un horroroso naranja fuego extraño, un ínfimo detalle que me pasó desapercibido. El universo me enviaba señales, pero yo no las veía.

Tras decidirme por un rubio casi platino número 10, volví a casa ilusionadísima y deseando ponerme a ello. Soy así, me hacen ilusión las cosas más surrealistas.

Me pongo mi tinte, me espero mi media horita recomendada, me ducho y...¡¡woila!! cuando me veo el pelo aún mojado, me doy cuenta de que mi raíz kilométrica ha mutado a una especie de naranjilla oscuro. Ahí todavía no cundió el pánico porque, como sabéis, el color del pelo mojado no tiene nada que ver con el seco, así que decido dar una oportunidad al tinte.

Me seco el pelo bien y ...


DRAMA MÁXIMO


                                                      Photo by Camila Quintero Franco on Unsplash


Mis mechas rubias estaban perfectas, de un rubio clarito y luminoso precioso pero mi raíz...ay mi raíz (aún lloro), descubro que ha quedado de un naranja zanahoria que hace que me sangren los ojos de solo mirarlo. Para que os hagáis una idea, el tono es tal que así:


                                                 Photo by Heather Gill on Unsplash

¿Sabéis esas chicas pelirrojas tan guapas, a las que ese color les hace muy atractivas con cara de pillas? pues no me parezco en nada a ellas. Ahora tengo media cabeza naranja y la otra media rubia. Quizás sea el comienzo de una nueva tendencia.


Aún recuerdo las carcajadas de mi churri cuando vio el resultado de mi expedición capilar infructuosa, aunque en este caso debería decir que si dio frutos, una zanahoria al menos. Y yo desde entonces rezando para poder viajar en el tiempo y volver a antes del tinte y del confinamiento  para evitar el desastre, o para que al despertar al día siguiente mi pelo se haya vuelto rubio de 
nuevo por arte de magia.


                                      Photo by Ben White on Unsplash


Sinceramente, y aquí saco un poco mi vena maligna, espero no haber sido la única en sufrir este pedazo de daño colateral del confinamiento, por eso de "mal de muchos, consuelo de tontos"

Algún día aprenderé de una vez, o no, quién sabe.

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