Diarios del confinamiento. Soy insociable ¿y qué?

Desde que estamos confinados en casa por culpa de la crisis del coronavirus, los vecindarios han resurgido como lugares de buen rollo, diversión y confraternidad ¿nos lo creemos? yo no.


                             Free-Photos en Pixabay

Creo que esta euforia será momentánea y los vecindarios son las nuevas navidades: todos somos buenos, nos hacemos regalos, y les decimos a los demás lo mucho que los apreciamos...hasta que se acaban. Quizás, por eso y porque no tengo ningún interés en la vida de mis vecinos, este confinamiento no me ha hecho más sociable, ni más simpática, ni nada similar. Al contrario, me ha reafirmado en mi insociabilidad y además estoy orgullosa de ello.


                                            Foto by dragronfaiii de flickr

Soy una persona introvertida, me cuesta hacer amigos, eso sí, cuando los hago soy leal y creo que buena amiga, aunque eso lo deberían decir ellos, así que esto de que te impongan cosas pues como que no va conmigo.

Es más, hay un par de vecinos con los que no me llevo especialmente bien. Una señora en cuestión (creo que debe tener mi edad pero le llamo señora porque parece una mujer amargada de 80 años, con perdón a las señoras de 80 años, que las hay majísimas, me consta), está obsesionada con mi perro y antes de que todo esto comenzara, cada vez que bajaba a pasear al perro me llamaba la atención delante de todo el mundo acusándome de los pipís de perro que había en su puerta (no eran del mío pero eso no le importaba). Así que ¿qué interés puedo tener yo ahora mismo en hacerme amiga de esa señora diabólica? pues acertáis, entre 0 y -3000, por ahí andará la cosa.

Voy a revelaros algo: el que es gilipollas, lo era antes del confinamiento, lo es durante el confinamiento y...¡sorpresa!...lo seguirá siendo después de él.

Grupo de Whatsapp

La última es que el pobre churri ha sido atrapado en un grupo de whatsapp del vecindario, aún me estoy riendo de él, así le devuelvo sus risas sobre mi pelo zanahoria (escribí sobre ese desastre capilar provocado por el confinamiento del Covid 19 Aquí). Uno de los vecinos con los que él no se lleva mal (no somos ermitaños tampoco ¿eh?), le llamó y le propuso unirse a un grupo molón de whastapp de todos los vecinos (qué idea tan maravillosa. Modo ironía ON). Al pobre le pilló en bragas y no supo decir que no y desde entonces recibe un sinfín de mensajes de "buenos días" "buenas tardes" y "buenas noches" repetido por cada uno de los 60 vecinos de nuestra calle, acompañados de memes, chistes y selfies de los vecinos. No llego a entender esta última parte, ¿de verdad creen que nos interesa tener en nuestros móviles fotos de sus caretos en primer plano?¿Qué clase de personas extrañas nos rodean?


                                                 Photo by christian buehner on Unsplash

Hace poco en el grupo de whatsapp pidieron que cada vecino grabara un vídeo con la gente con la que convive presentándose, para darnos a conocer entre todos. Lo que nos faltaba. Esto es una pesadilla, ¡que yo no quiero conocer a nadie! que mi cupo de conocidos está cubierto desde hace tiempo, y el de amigos mucho más.

El caso es que no sabemos cómo salir de esta y hemos llegado a la conclusión de que a los vecinos los carga el diablo.


                             Foto by Susan Melkisethian en Flickr

PD: Hace días que estamos mirando casas por internet, de esas con terreno individual. Por soñar...







Comentarios

  1. Hola, Eternas Palabras. Leí el otro día esta entrada y ¡chapeau! Reconozco que la realidad a lo Disney, que muestran los informativos y las redes para dar ejemplo, me empezó a resultar empalagosa hace varias semanas. Lo que en un inicio era algo espontaneo comenzó a ser una excusa para salir en la tele. Vídeos de niños pijos repitiendo lo ensayado, competición de frases buenrollistas para hacerse con el mercado de los "Me gustas", iniciativas solidarias con publicidad de marca o personal encubierta, ocurrencias varias para alcanzar ese minuto de gloria en los informativos... Y entre todo ello las iniciativas vecinales como las de poner música en el balcón. Oiga, si yo quiero escuchar música para eso tengo la mía, y si tengo que estar encerrado lo que pido es que el vecino aburrido de la vida no "me la anime".
    En fin, dado que parece que las puertas se abren y que la gente empieza a inundar las calles a cualquier hora a ver si se desfogan un poco.
    Bueno, ya ves que no eres la única antisocial. Saludos!!

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    1. Ay David que alegría que me entiendas. ¿Verdad que nos imponen el buenrollismo? pues eso, que no me gusta nada. Yo tengo un vecino de esos que sacan la mesa de pinchar al balcón los fines de semana a las 20:00 y no veas lo que me molesta, que no quiero oír su música, que mi tiempo es mío y no me deja hacer nada

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